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Jardín de Ruinas

... et lux perpetua luceat eis.

La tormenta azota la ciudad. El viento se lleva las ramas caídas de los árboles, tumba aparatos de aire acondicionado, dobla antenas y desplaza cubos de basura, pero no se lleva los pensamientos más oscuros.
Hoy no he hablado con ella, salía de marcha y no la he podido llamar. Después de terminar la película que veía, me he puesto a pensar si, ahora que comparten ciudad, no sería irónico que se cruzaran en un semáforo, viéndose sin mirarse, que coincidieran en el mismo vagón del metro, que hicieran cola en la misma caja de un supermercado, que bailaran cerca en el mismo local cercado de tinieblas.
Que se conocieran sin saber qué les une.

Una de ellas me dijo que la vida da muchas vueltas, y nunca podemos saber dónde terminaremos. Cuánta razón tiene.

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