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Jardín de Ruinas

La poesía acabó conmigo

Estaba en el supermercado cuando de repente tuve una revelación: ¿No estaría haciendo un uso inmoral de la poesía? Es decir, igual que aquel Lobsang Rampa decía que no había que usar las habilidades adivinatorias para el propio beneficio, ¿no estaría yo abusando del Arte, del Verbo, para conseguir aquello que quería? ¿Me castigarían las nueve musas con nueva calamidades sobre mi cabeza?
Lo cierto es que horas después, llegó un mensaje de Amelia. Le había enviado un poema mío al móvil dos días atrás, y al parecer su pareja FY lo interceptó. Amelia me regañaba severamente por esa travesura fatal. Yo la imaginaba airada y con el ceño fruncido. Le pedí disculpas y le prometí ser más cauto en el futuro, pero el daño ya estaba hecho. Estampado en el muro de la confusión, me sumergía más en el letargo que supone vivir en este paraje asqueroso y recóndito. No podía hacer nada más, no puedo hacer nada. Me encuentro amordazado por doscientas leguas de mar y cuando tengo algún momento de respiro nunca sé si es el adecuado.

Fue entonces cuando relacioné ambos hechos: mi conciencia de culpa como poeta y el desastre con Amelia. ¿Casualidad? ¿Fatum? Espero sinceramente que no caigan las ocho maldiciones restantes...

1 comentario

febe -

Seguro que no caen las maldiciones sobre ti. A mi modo de ver, hiciste un uso lícito de la poesía.