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Jardín de Ruinas

We just stopped breathing

Las noches de navegación ahora son más aburridas, más monótonas. El monitor parpadea y amarillea las letras de la pantalla, como si fuera una fotografía que va envejeciendo por momentos. El buzón sigue vacío como el jardín de una casa abandonada. El zumbido del ventilador es el único ruido de la intempestiva hora en que sigo aquí, aferrado a una presencia que ya no se ha de repetir.

Abajo, el estrépito del camión de basuras llena la calle con su eco hasta que éste se difumina en el silencio.

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