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Jardín de Ruinas

Marooned

Pasaron los días sin que llegaran noticias suyas. Amelia estaba cumpliendo su amenaza. Yo, temeroso de llamarla por su FY se encontrase cerca, aguardaba agazapado en mi madriguera, escuchando las lánguidas notas de los nocturnos de Chopin. La espera se estaba haciendo tensa. Y el resultado no iba a ser positivo. FY sabía qué día llegaba yo a su ciudad: la posibilidad de una noche compartida se iba desvaneciendo como el vaho de un cristal en una mañana de invierno, como la esperanza de un náufrago abandonado en una isla desierta.

4 comentarios

spiralh -

odio estar pendiente, esperar... en el fondo no dejar de mirar el móvil.
Cuando al final resulta distinta a lo esperado a veces hasta merece la pena...
Improvisemos!

un placer encontrarte

besos sureños

Love will tear us apart -

Hermano de ruinas:
no conviene dar más vueltas a lo que no lo merece.
Abrazo,
L.

Amanda -

Pues, pues... mientras fuesen los nocturnos, bien acompañado estabas :)